lunes, 28 de diciembre de 2009

por las mañanas cuando se levanta...a veces no se explica cómo cambió todo de repente, pero rapidamente sacude la cabeza. es lo que hay. después abre la contraventana, y la pintura comida por la humedad rasca las yemas de sus dedos fríos. no sabe si en algún momento de la noche, entre esas mantas que pican, cambiaron a calientes. el prado está nevado, y termina de abrir la ventana para asomar la cabeza y comprobar que sale vaho frío de su boca. sigue vivo. se da media vuelta, y con temblores, se dirige por el largo pasillo de madera hasta la puerta que no cerró con llave porque allí nadie roba. gira el picaporte y en dos pasos alcanza tierra. un escalofrío del tamaño de un elefante sacude su espalda, que se retuerce entre sus hombros a golpes redondos de clac-clac-clac. sus pies descalzos escarban la nieve hasta alcanzar la hierba, luego los frota hasta que consigue sentir cosquillas, y vuelve dentro.
-yo soy de hielo. frío, efímero, a veces transformable. muto. cambio de parecer, soy duro y fuerte, pero a la vez, si me tiras al suelo me rompo, y si me roza el calor, o me tocas muy suave, me deshago. bipolar quizá, diría yo.
-pues yo soy de madera. madera de olivo, ¿sabes? dicen que es la mejor, bueno, la mejor no. la más resistente y dura. mi padre compraba tablas de madera de olivo para cortar embutido, y duraban años, y casi nunca se rayaban, por mucho que cortaras. la madera de olivo es difícil de morder, y mucho más difícil de ingerir, ¿has probdo alguna vez a tragar madera? tu quizá te derritas al cabo de un tiempo y logres llegar al estómago. yo no. yo me hago bola, y me astillo. y esas astillas se clavan en la garganta produciondo heridas que solo se curan con quirófano. es aislante a la electricidad, a los rallos que tanto miedo me dan, a los calambres del secador. no siente, no se desgasta, no suda, no se derrite, no llora. solamente es. cuando hace frío no se enfría, y cuando hace calor no abriga. la madera solo agrada cuando arde. solo da calor cuando se quema.
te mereces los labios agrietados, los pies fríos, casi congelados. te mereces la naríz pelada, las manos arañadas, y las grietas en los nudillos que no terminan de cerrarse. te mereces el asma de enero y la escarcha en la bufanda de las mañanas. te mereces que la comida se enfríe nada más sacarla del microondas. te mereces la nieve con botas rotas y calcetines mojados. te mereces el colacao no-caliente. te mereces no entrar en calor en la ducha. te mereces perder los guantes y las orejeras.
lo mereces todo a modo de castigo, o de escarmiento, a ver si así aprendes.

domingo, 13 de diciembre de 2009

me oxido. a veces me pasa.