te mereces los labios agrietados, los pies fríos, casi congelados. te mereces la naríz pelada, las manos arañadas, y las grietas en los nudillos que no terminan de cerrarse. te mereces el asma de enero y la escarcha en la bufanda de las mañanas. te mereces que la comida se enfríe nada más sacarla del microondas. te mereces la nieve con botas rotas y calcetines mojados. te mereces el colacao no-caliente. te mereces no entrar en calor en la ducha. te mereces perder los guantes y las orejeras.
lo mereces todo a modo de castigo, o de escarmiento, a ver si así aprendes.
lunes, 28 de diciembre de 2009
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