viernes, 7 de octubre de 2011

y después de mucho tiempo pensando en que me moriría de pena el día que la abuela se fuera, llegó el día. y yo un día me bajé del avión con mucha tristeza aparentemente inexplicable traída en una maleta de 40x50x22 de barcelona, y con muchas ganas de que en casa me lamieran las heridas. y como siempre, con ganas de ver a la tomaca. días antes le había llamado mientras paseaba por el paseo de gracia, para decirle que me había acordado mucho de ella. si hiciera memoria incluso podría hilar qué fue lo que me trajo su imagen a la cabeza. y ella me dijo que pensaba que yo era muy rica. realmente yo sólo me creía que era rica cuando me lo decía ella. al llegar y abrazar a mi hermano, con muchas ganas de que me sonriera fuerte con esa carita sutil de felicidad, ese monta, que estoy en doble fila, fue la antesala a lo que vendría después. no, no fue un simple resfriado. y me pasé muchos días mirándola y diciéndole lo guapa que estaba. y recibiendo con mucha alegría su gigantesco apretón de mano. luego, cuando la sentí de papel blanco y frío, a través del cristal, ni lloré. ni lloré, ni me morí de pena. una vez más intenté sostener sin saber por qué la compostura. compostura que ya no era necesaria sostener desde hacía algún tiempo. compostura inexistente, porque yo ya no tenía de eso. ni tenía ni tengo. cuando intentas durante un tiempo, ser la muleta de cosas que pueden llegar a romperse, llegas a calcificarte. sostengo muy bien, pero nada más. me acuerdo de que una vez, cuando era pequeña, mi madre me dijo que pensaba que yo era una persona fuerte. en ese momento, me sentí casi como una superhéroe. creo que fue a partir de ahí cuando empecé a sentirme responsable de todas las cosas vulnerables que había a mi alrededor. y debe ser que, en consecuencia, yo perdí toda la poca vulnerabilidad que podía tener.
un tiempo después perdí el traje de gallina, y las cosquillas pasaron de ser algo agradable, a ser algo molesto. y poco a poco fui tejiéndome el traje nuevo, a modo de buzo, de traje de astronauta, de capa de heroína voladora, o de bombero. de esos que hacen que nada o casi nada pueda tocarte, o si te toca, pocas veces te des cuenta. y es tanta la protección, que te sientes casi inmortal. tanto tanto, que a veces llegas a creertelo. y te juntas con una serie de superpoderes que tú no pediste a nadie, ni que jamás quisiste para ti. superpoderes que, aunque a primera vista puedan parecer atractivos, yo no se los desearía ni a mi peor enemigo.

domingo, 27 de marzo de 2011

me siento como la sopa del cocido de los domingos. rectifico, como la telilla que se queda sobre la sopa del cocido de los domingos. una vez más, siento que me estoy haciendo costra. me noto la piel durísima, y no es que se esté forjando en mi algo maduro y sólido. no he subido de nivel, no es eso. es que me estoy calcififando. llevo unos meses dedicando el tiempo a perder partes de mi. de mi, se me han olvidado ya muchas partes. y muchas de las que siguen conmigo, ojalá se me olvidaran. me encantaría que alguien me pellizcara, o me hiciera budú.
quizá ella podría hablarme de los alfileres, o de las cosquillas.
creo que llevo un río encima. quizá sea la sopa que hay debajo de la telilla. hoy fuimos a la playa y me pasé el rato pensando que iba a venir una ola gigante y nos iba a tragar, como le ha pasado a japón. he tenido hasta miedo por un momento. al llegar a casa me he dado cuenta de que el maremoto estaba en otro sitio.

miércoles, 16 de marzo de 2011

hoy te seguí soñando. bonito, como siempre. fue extrañamente gracioso. estábamos en mi cama sentados y te hice aquello de "cojinazo, ¿es de raso?, si de raso", como cuando jugábamos en la habitación del póker a la hora de la siesta. me mordiste la naríz y me besaste en la frente. todo había ido bien, y solo tenías rasguños. te abracé muy suave, para no hacerte daño, pero te sentí muy fuerte, a la vez. como el modo ese en el que te encargabas de querer a la gente.
luego me desperté.
hoy lo entendí todo. eras un astronauta-extraterrestre, ésto no estaba hecho para alguien como tú. este mundo es un sitio muy tonto, y no sé que estarás tramando, pero desde aquel día se acaba poco a poco. japón se ha caído casi entero, y como sigan haciendo cosquillas nos tiran el globo. el eje de la tierra se ha movido quince centímetros, me apuesto el culo a que fuimos tú y yo jugando con los cojines. cuba no se va a caer nunca, estáte tranquilo, yo me encargaré de eso, hemos comprado la salsa.
hoy por la mañana me acordé de las noches buscando erizos. pagaría todos las briscas y todos los tarros de café de arena, para llevarte conmigo a coger bichos después de comer, aunque se te ortigaran las rodillas y tu madre nos riñera por no ponernos gorra. dejaría de pensar que la excursión al prado de atrás "es una expedición de alto nivel", y conseguiríamos otro traje especial para explorar. te prometo que accedería a que vinieras, los saltamontes no serían un problema y las pitones gigantes se quedarían en casa, total fue el verano pasado cuando me enteré de que las víboras medían solo 15 centímetros de largo, y tenían el grosor de un boli bic. vaya timo de expedición. yo sería quien supervisara el viaje, eso si, cuestiones de tamaño. pero te prometo que podrías venir, aunque fueras tan pequeño como un ratoncito. y al acabar el trabajo duro, como siempre, iríamos a la tienda y te compraría un calipo y una coca cola de la que tiene cafeína, para que aguantaras un poco más despierto.

sábado, 21 de agosto de 2010

cada vez que tengo que ir a hacer la compra, le pido a mi madre que me lo anote, porque si no se me olvida. aunque sea leche, aceite, y pan. solo esas tres cosas. se me olvida.
de un tiempo para acá me olvido de las cosas. de ciertas cosas. de mi, por ejemplo, se me ha olvidado una parte. lo del traje de piel de gallina quedó superado, ya sé que lo perdí, y que no va a volver, ésto no tiene nada que ver. a veces hay que superar que perdemos cosas. antes, a ratos me gustaba lo que hacía. creo que incluso, quería mejor. abrazaba más y con más fuerza, y mis besos sonaban mucho más. se oían en la china. por las noches tenía miedo, y tenía que encender la luz, y llamar a mi madre. ahora ya casi se me olvidó lo que es eso. el otro día me desperté asustada y al rato me dormí, que insulsa. por el día, sin embargo, se me olvidó lo que es no tenerlo. ella, sigue siendo lo que más me gusta hacer.
a veces pienso que no soy la única que se ha dado cuenta de mi amnesia.

lunes, 26 de abril de 2010

Dos atletas saltan de un lado a otro de mi alma
lanzando gritos y bromeando acerca de la vida:
y no sé sus nombres. Y en mi alma vacía escucho siempre
cómo se balancean los trapecios. Dos
atletas saltan de un lado a otro de mi alma
contentos de que esté tan vacía.
Y oigo
oigo en el espacio sonidos
una y otra vez el chirriar de los trapecios
una y otra vez.
Una mujer sin rostro canta de pie sobre mi alma,
una mujer sin rostro sobre mi alma en el suelo,
mi alma, mi alma: y repito esa palabra
no sé si como un niño llamando a su madre a la luz,
en confusos sonidos y con llantos, o bien simplemente
para hacer ver que no tiene sentido.
Mi alma. Mi alma
es como tierra dura que pisotean sin verla
caballos y carrozas y pies, y seres
que no existen y de cuyos ojos
mana mi sangre hoy, ayer, mañana. Seres
sin cabeza cantarán sobre mi tumba
una canción incomprensible.
Y se repartirán los huesos de mi alma.
Mi alma.

L.M. Panero

viernes, 16 de abril de 2010

sábado, 27 de marzo de 2010

desde que no soy. desde que ya no te dejo ser. como eras, libre, de color blanco, con una sonrisa roja, casi fucsia.
desde que me consumo, y tu te consumes un poco conmigo. o eso intento, inconsciente y desdichadamente, que te consumas, para mi consuelo.
desde que no te hago reír, que sólo te ahogo.
desde que no me encuentro, que no te encuentras conmigo, bajo las sábanas, bajo las noches de muchos, bajo las risas, los chistes, las copas, los abrazos, las caricias, los secretos.
desde que no no me entiendo, y hago que no me entiendas, a ti conmigo, ni a ti contigo.
desde que grito, y hago que grites. y hago que llores, y lloro. desde que te piso con zapatos de tacón de acero, casi siendo muda.
desde que soy rápida, y no corres tanto, y te adelanto, y te huyo.
desde que todo sabe a sal, y a arena, y todo es polvo. y te hago odiar el mar.
desde que me deshago, y te deshago conmigo. de color morado en los ojos. casi verde.