viernes, 22 de enero de 2010

yo odiaba madrugar, pero allí era diferente. algo me despertaba a eso de las 9, 30 , y al momento oía la tele, me entraba algo de eso por el cuerpo que solo te entra cuando eres pequeño, ¿ilusión se llama? y entonces miraba alrededor de la habitación, y sí, estaba donde quería estar. me levantaba bastante rápido, y me dirigía al salón. no había nigún ruido en la casa, solo el de la tele. y llegaba a la sala y allí estabas tú. con un pijama de esos que dejabas en casa de los abuelos en castellanos, en puebla, o en valladolid, donde fuera. uno de esos de tacto aterciopelado que teníais los tres igual, y que en general miguel confundía y se ponía el de luis, o el tuyo, y siempre era lo mismo, siempre era grande para ti, o muy pequeño. y ahí estabas tú, chupándote el dedo, con la trompetilla: el dedo pulgar de una mano metido en la boca, y y el meñique rascando el pulgar de la otra. y mirando los dibujos desde el sofá gris. la abuela siempre decía que le hacía gracia que te levantaras tu solo y en silencio sin despertar a nadie. me veías en la puerta y me abrías el día con un "buenos días, prima", y luego te daba un besin y me sentaba a tu lado. y después de un rato íbamos a la cocina a desayunar leche con colacao y sobaos o magdalenas . siempre leche y sobaos y madgalenas. y luego volvíamos a ver la tele o salíamos a la calle.

1 comentario:

Lucicleta dijo...

Me encanta leerte, cariño.
Sigue escribiendo así, por favor...
Quérote